Paseando por Barcelona, me ha embestido de lleno un anuncio de Bollycao tan malintencionado como inmenso. Para quien no viva en España, Bollycao es un engendro relleno de crema de cacao y leche que, en países como Chile, llevaría unos necesarios sellos negros con los mensajes “Alto en calorías”, “Alto en azúcar” y “Alto en grasas saturadas”. Vamos, que Bollycao es bollería malsana.

El anuncio en cuestión, que arruinaba sin rubor la integridad de una parada de autobús de la calle Numància, vomitaba el siguiente mensaje: “Compartir expresiones con tu madre, guay. ¿Compartir tu bollycao? Ni de fly”. Más abajo: «Bollycao. No se comparte». Habrá quien piense que la cosa tiene su gracia. A PeriódicoPublicidAD («Periódico de publicidad, comunicación comercial y marketing») la campaña le parece «divertida«. Yo no encuentro el chiste por ninguna parte. ¿Por qué? Por cuatro razones.

  1. La primera y más obvia es que el anuncio promueve un mejunje malsano a un público vulnerable. Y digo vulnerable porque hay datos que sustentan que nuestros hijos van a vivir menos años que nosotros a causa de la epidemia de obesidad que asola hoy el planeta, como amplié en el texto “¿Por qué no hay ancianos en la película WALL·E?”.
  2. El anuncio inocula en menores, así como quien no quiere la cosa, la peligrosa idea de que ser moderno, interesante, atractivo, divertido, sociable o deseable (“ser guay”) pasa por consumir azúcar rodeado de harina refinada y grasa malsana al toque de cacao.
  3. Se utiliza un truco de prestidigitador para que niños y adolescentes normalicen su consumo y para que crean que tomar bollería encaja con un “valor” que esa misma publicidad promueve: el de no compartir. Como si transgresión y egoísmo fueran sinónimos. Y no lo son. De hecho, lo verdaderamente transgresor en estas edades es no consumir bollería. Pero sumemos que fomentar el egoísmo es fomentar la división, la desconfianza y el individualismo, sin olvidar que tanto la cooperación como el cuidado y la consideración por los demás ha sido, es y será fundamental para la creación y el mantenimiento de la sociedad humana.
  4. El mensaje impulsa el alejamiento emocional y la falta de vínculo entre padres e hijos («¿Compartir tu Bollycao [con tu madre]? Ni de fly»). ¿Para qué incitar al desapego? Para que los padres preocupados por la salud de sus hijos (que les aconsejarán no tomar a menudo Bollycao) pierdan autoridad ante ellos. Ahonda en la cuestión este fragmento escrito por el abogado Francisco José Ojuelos (experto en derecho alimentario):

“La publicidad no solo incide en el producto, sino que favorece con sus tácticas el vencimiento de la resistencia legítima: el análisis del mensaje publicitario de ciertos productos alimentarios malsanos denota la puesta en valor de rasgos (como la transgresión o el desafío) que cuestionan directamente el ejercicio legítimo de la patria potestad. Una transgresión o desafío orientados, lógicamente, a seguir los dictados del anunciante, sustentada en el concepto «tú decides», por el que se incorporan elementos emocionales («eres libre para presentarte como desees, tienes un territorio en el cual mostrar tus signos de identidad») y también racionales («nuevos amigos, nuevos retos de juego, premios de alto valor»), se potencia la transgresión («vive como quieras, no hay órdenes»), el desafío («ganar o perder, hacer amigos o enemigos, depende de ti») y también la diferenciación («define tu identidad virtual frente al resto de la comunidad, marca tu territorio»)”.

La frase aparece en el artículo “Libertad parental como barrera frente a la publicidad de productos alimentarios malsanos dirigidos al público infantil”.

Pero resulta que esta clase de deplorables prácticas no son exclusividad de Bollycao, como bien muestra Lorenzo Sánchez Pardo en su artículo “Jóvenes y publicidad. Valores en la comunicación publicitaria para jóvenes”. De ahí la importancia de tomar serias medidas para frenar el marketing depredador. Medidas como prohibir la publicidad de productos malsanos dirigida a menores. No, no es una medida demasiado drástica: pruebas sólidas apoyan la restricción de la publicidad de alimentos a los niños.

Como muy bien ha indicado recientemente el biólogo y nutricionista Juan Revenga, “Si los ultraprocesados ganan, los niños pierden”.

Posdata (22 de marzo de 2023): acabo de publicar un vídeo en mi canal de YouTube resumiendo lo aquí descrito: https://www.youtube.com/watch?v=95ZOAEQufjs

 

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