Se acaba de publicar un interesantísmo estudio que guarda relación con el que publicamos recientemente Francisco Ojuelos y yo, titulado «Libertad parental como barrera frente a la publicidad de productos alimentarios malsanos dirigidos al público infantil» y que resumí en mi texto «La culpa de que los niños coman tan mal, ¿es de los padres? «.

La nueva investigación, sin conflictos de interés y sin financiación, y coordinada por Gloria Jiménez-Marín, se titula «Publicidad de alimentos y bebidas dirigida a niños españoles emitidos a través de dispositivos móviles: un estudio desde una perspectiva de marketing social y gestión de la felicidad» (Food and Beverage Advertising Aimed at Spanish Children Issued through Mobile Devices: A Study from a Social Marketing and Happiness Management Perspective). (Int J Environ Res Public Health. 2020 Jul 14;17(14):E5056).

Según los autores, nuestros hijos se tragan a través del móvil y mediante «estrategias indeseables», anuncios de alimentos malsanos tales como bebidas azucaradas, dulces y cereales con azúcares añadidos, todos ellos ricos en calorías, grasas y azúcares y con poco o ningún valor nutricional. Cómo no, las estrategias publicitarias asocian sus productos con emociones positivas.

Los investigadores también citan algo de lo que hablamos Ojuelos y yo en nuestro texto: la flagrante falta de efectividad del Código PAOS en España (un código de autorregulación de la industria alimentaria sobre la publicidad dirigida a niños). En sus palabras «El Código PAOS no se aplica rigurosamente en España» y «Las empresas parecen desconocerlo o violarlo voluntariamente». Pero tampoco dejan de lado su crítica a las autoridades autoridades sanitarias y las administraciones públicas: «o no son conscientes de esta violación o no están interesados ​​en censurar, a priori, dicha publicidad».

Nos recuerdan que «debemos educar a nuestros hijos haciéndolos críticos con los medios en general, con la publicidad y, más específicamente, con la publicidad de alimentos poco saludables». Muy de acuerdo, como justifiqué en el texto «Los anuncios de comida mienten, cariño«.

Es importante, sin duda, pero la educación no es suficiente cuando existe semejante tsunami de fuerzas conspirando para que un público vulnerable, como es el público infantil, caiga en las redes del marketing depredador.

Acabo, de nuevo, citando a los autores de esta nueva investigación: señalan que aunque «las autoridades sanitarias deben intervenir de manera consciente y responsable», lo cierto es que estamos ante una «inexistencia práctica de sanciones que penalizan la violación de los principios contemplados en el código PAOS». Terrible.

Mientras tanto, encabezamos las tasas de obesidad infantil en Europa. Hay que actuar ya, que para mañana es tarde.

Fuente: Jiménez-Marín G, Elías Zambrano R, Galiano-Coronil A, Ravina-Ripoll R. Food and Beverage Advertising Aimed at Spanish Children Issued through Mobile Devices: A Study from a Social Marketing and Happiness Management Perspective. Int J Environ Res Public Health. 2020;17(14):E5056. Published 2020 Jul 14. doi:10.3390/ijerph17145056 Disponible en: https://www.mdpi.com/1660-4601/17/14/5056/htm

 

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