Artículo publicado originalmente en el portal «Comer o no comer» en fecha 27/01/2015

Esta semana pasada, no sé por qué, he recibido más de 200 mails de personas que me preguntan dudas dietéticas de lo más variopintas. Aprovecho para pedir disculpas a quienes se hayan quedado sin respuesta: la vida no me da para tanto. Pues bien, en uno de esos mails, que sí respondí, dada la magnitud del asunto, una amable mamá me contaba que una enfermera le acababa de decir que su bebé, de 10 meses, presenta exceso de peso, por lo que debe dejar de darle el pecho para prevenir una futura obesidad. Para no extenderme, no incluiré aquí reflexiones sobre si de verdad dicho niño tiene o no tiene exceso de peso (¡ay, los dichosos percentiles!), pero sí les diré que tras leer el desacertado consejo “deje la lactancia materna”, salió de mi boca, sin pedir permiso, la expresión “¡la madre que me parió!”. No se preocupen, mi madre no se ofende por cosas así (de hecho, creo que ella hubiera proferido el mismo exabrupto).

Y es que recomendar que una madre deje de dar el pecho a un bebé (o a un niño más mayor) con exceso de peso, con el objetivo de prevenir la obesidad, además de un despropósito y un insulto a la salud pública, es una negligencia. Tan negligencia como recomendar a alguien con caries que deje de cepillarse los dientes. Porque resulta que en diciembre de 2007 se publicó en la revista Pediatrics (suplemento número 4) un documento de referencia con claras pautas para prevenir la obesidad en niños y adolescentes en el que leemos que para prevenir la obesidad, los profesionales sanitarios debemos “alentar” a las madres a que den el pecho de forma exclusiva a sus hijos hasta los seis meses y a que sigan con la lactancia materna de entonces en adelante, sin límite de edad. El documento, titulado “Recomendaciones del Comité de Expertos en materia de Prevención, Evaluación y Tratamiento del sobrepeso y la obesidad de niños y adolescentes”, lo refrendaron (siéntense) las siguientes doce entidades:

  • American Academy of Pediatrics
  • American Dietetic Association
  • National Association of Pediatric Nurse Practitioners
  • Association of American Indian Physicians
  • American Heart Association
  • National Association of School Nurses
  • American College of Sports Medicine
  • The Obesity Society (formerly NAASO)
  • The Endocrine Society
  • American College of Preventive Medicine
  • American Academy of Child and Adolescent Psychiatry
  • National Medical Association

Dicho consenso, como ya he indicado, se publicó en diciembre de 2007, así que han pasado ya más de siete años, tiempo suficiente como para que todo profesional sanitario que atienda a niños se lo haya leído de cabo a rabo, y más de una vez. Por eso he usado la palabra “negligencia” y por eso grité “¡la madre que me parió!”. De hecho, dije más cosas, pero la verdad es que me da vergüenza repetirlas. Resulta más elegante, sin duda, leer a Voltaire, quien dijo que “Aquellos que te hacen creer en absurdidades pueden hacerte cometer atrocidades”. Atrocidades como recomendar el abandono de la lactancia materna, o como enumerar desventajas de dar el pecho al bebé, como comenté en este texto.

Pero ya que estamos en 2015, nada mejor que volver a entrar en Pediatrics a ver qué se cuece. Y se cuece un artículo coordinado por la Dra. Stacy J. Carling que nos vuelve a dar motivos para recomendar la lactancia materna como manera de prevenir la obesidad (lo tienen aquí). Nadie dice que lactancia materna sea una poción mágica que revertirá cualquier mal conocido, pero, como ven, de ninguna manera está justificado desaconsejarla en niños con exceso de peso, o con riesgo de padecerlo.

Si su hijo, y con esto les dejo, tiene un verdadero y bien diagnosticado exceso de peso, les sugiero que lean alguno de los textos que he redactado últimamente en relación a esta cuestión:

 

 

 
 

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