¿Para cuándo una asignatura, en las universidades de ciencias de la salud, denominada «dar ejemplo»?

Lo pregunto porque, como veremos, existen razones para pensar que el lenguaje de nuestro ejemplo tiene como mínimo tanta importancia como ese otro lenguaje al que hemos dedicado tantas horas de nuestra vida: el verbal.

Hace unos añitos ya comenté por aquí (en el texto «Tres claves para alimentar bien a los niños«) que el ejemplo de madres y padres es crucial para que sus hijos coman bien. Cité una revisión sistemática de la literatura científica publicada en 2017 cuya conclusión fue que de entre los muchos factores que pueden influir en cómo se alimentarán nuestros hijos de mayores, los dos más poderosos son la disponibilidad de alimentos en el hogar (algo que decidimos nosotros, los adultos) y nuestro ejemplo cotidiano (Int J Behav Nutr Phys Act. 2017 Apr 11;14(1):47).

Pero me he decidido a resucitar este asunto porque hace unos días (el pasado 1 de diciembre) se publicó una investigación que ha registrado los “comportamientos personales de salud” de 1200 enfermeras y enfermeros y los ha comparado con la frecuencia con la que ofrecen a sus pacientes consejos de salud (J Am Assoc Nurse Pract. 2023 Dec 1;35(12):794-801). Y el resultado ha sido el esperado. En palabras de las investigadoras, (Sherry J McCormick, Natasha Smith-Holmquist y Melissa J Benton del Departamento de Enfermería de la Universidad de Colorado):

Cuando enfermeras y enfermeros no participaron personalmente en los comportamientos de salud, las probabilidades de aconsejar dichos comportamientos se redujeron significativamente.

En concreto, las probabilidades disminuyeron:

  • un 57% en el caso de promocionar el consumo de frutas/verduras.
  • un 27% en el caso de dar consejos de fortalecimiento muscular,
  • un 21% en el caso de la promoción de actividad física moderada-vigorosa,

El último dato cobra más importancia si sabemos que la promoción de la actividad física entre adultos sedentarios reclutados en atención primaria aumenta significativamente sus niveles de actividad física a los 12 meses (Can J Public Health. 2010 Sep-Oct;101(5):390-5).

Me ha gustado especialmente que el recién publicado artículo de Sherry J McCormick y colaboradoras se cierre con esta conclusión:

La promoción de conductas saludables durante la educación profesional puede tener implicaciones a largo plazo para el asesoramiento en salud preventiva.

Y es que si hay algo que siempre intento en las clases que doy en la universidad a futuras y futuros nutricionistas es hacer caso al conocido dicho “Predicar con el ejemplo es el mejor argumento”.

He comentado hace unas líneas que el resultado del nuevo estudio ha sido el esperado. Porque resulta que investigaciones previas corroboran este punto de vista. Así, Erica Frank y su equipo concluyeron en 2010 que alentar a profesionales de la medicina a seguir un estilo de vida saludable puede mejorar los hábitos saludables de sus pacientes (Can J Public Health. 2010 Sep-Oct;101(5):390-5). Y viceversa: sabemos gracias a estudios publicados en 1987 (Am J Prev Med. 1987 Mar-Apr;3(2):69-75), en 2009 (Patient Educ Couns. 2009 Jan;74(1):118-23) y en 2020 (J Family Med Prim Care. 2020 Feb 28;9(2):1053-1057) que los médicos que fuman son menos proclives a aconsejar a sus pacientes que dejen de fumar. Un dato desolador, sobre todo si sabemos que de media el 21 % de los médicos fuman (la cifra es un poco más alta en los médicos de familia: un 24 %) (Int J Environ Res Public Health. 2021 Dec 17;18(24):13328).

Por su parte, Karen D. Hidalgo y sus colaboradores declararon en 2016 que el hecho de que “una proporción razonablemente alta” de profesionales de la salud no sigan un buen estilo de vida es una mala noticia. ¿Por qué? Porque, en sus palabras, “es menos probable que fomenten conductas saludables en sus pacientes” (BMC Public Health. 2016 Oct 24;16(1):1114).

Melaku Kindie Yenit y su equipo también constataron en abril de 2023 que los trabajadores de salud comunitarios con mejor estilo de vida tienen una actitud más favorable hacia la promoción de la salud relacionada con las enfermedades crónicas (Int J Environ Res Public Health. 2023 Apr 25;20(9):5642). Por lo que estos trabajadores:

Deben adoptar opciones de estilos de vida saludables para convertirse en modelos eficaces para la comunidad.

Guardo como oro en paño, por último, la frase con la que cerraron en 2022 Ewelina Chawłowska y su equipo un precioso trabajo titulado “Las acciones hablan más que las palabras: comportamientos de salud y alfabetización de los futuros profesionales de la salud”:

Es crucial que el personal sanitario (que será responsable de la salud de la población) no sólo proporcione atención, educación y orientación, sino también que sirva como modelo a seguir para sus pacientes y para la sociedad (Healthcare (Basel). 2022 Sep 8;10(9):1723).

Amén.

¿Qué podemos concluir de todo lo anterior? Que la inspiración que significa ser un ejemplo a seguir (sea con nuestros seres queridos o con nuestros pacientes, en el caso de los sanitarios) es magnética y contagiosa. Probablemente porque nuestra vitalidad se transfiere en forma de convincente determinación no sólo a nuestras palabras, sino también a nuestras expresiones faciales, a nuestra postura corporal, a nuestro tono de voz o a otros elementos no lingüísticos.

En resumen: ¿quieres que tus hijos, que tus seres queridos o que tus pacientes se cuiden? Empieza por cuidarte tú.

 

He detallado todo lo anterior en mi cuenta de Twitter en forma de hilo:

 

 

 

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