Los supuestos beneficios que se atribuyen a la kombucha, una bebida obtenida a base de té endulzado fermentado por varios microorganismos, son prácticamente infinitos. Se parecen bastante a los que se suele atribuir a los probióticos.

La primera persona que recuerdo hablando sobre la kombucha es mi amiga la admirable periodista Laura Carosi. Lo hizo en un artículo cuyo título no puede ser más elocuente: «La kombucha y los siete milagritos«.

Más tarde, Carlos Casabona y yo le dedicamos unas cuantas líneas en nuestro libro «Beber sin sed«.

Pero nuestras prédicas no parecen surtir efecto. Como podréis comprobar en la gráfica que aparece debajo de estas lineas, el interés en la kombucha no ha disminuido sustancialmente en los últimos 12 meses, a juzgar por Google Trends:


Pues bien, una recién publicada investigación ha dado la razón al punto de vista que expusimos Laura, Carlos y yo. Se trata del estudio «Kombucha: A review of substrates, regulations, composition, and biological properties» que se acaba de publicar en la revista científica Journal of Food Science, cuya primera firmante es la doctora Jeniffer Ferreira de Miranda.

Las conclusiones principales del nuevo trabajo son estas tres:

  • Debemos considerar la kombucha una bebida alcohólica. Y no solo por lo que su contenido es superior a 0,5 grados, sino porque su contenido en alcohol es variable (es posible que lo que aparece en la etiqueta no refleje la cantidad real de alcohol, que puede ser superior). Es una razón de peso para desaconsejar su consumo en menores de edad, mujeres embarazadas (o que puedan estarlo), o cualquier persona a la que se contraindique el consumo de alcohol.
  • Ningún estudio acredita sus supuestos beneficios. En la investigación leemos que «there is still no clinical evidence for kombucha biological activities in humans» (actualmente no hay pruebas de que la kombucha tenga actividad biológica en humanos»).
  • Posible toxicidad, sobre todo en personas con patologías preexistentes, embarazadas, lactantes, menores de 4 años, pacientes con insuficiencia renal o VIH.

Lo intenté resumir en este tuit:

 

En resumen: falso, y posiblemente peligroso, talismán.

Fuente: de Miranda JF, Ruiz LF, Silva CB, Uekane TM, Silva KA, Gonzalez AGM, Fernandes FF, Lima AR. Kombucha: A review of substrates, regulations, composition, and biological properties. J Food Sci. 2022 Feb;87(2):503-527. doi: 10.1111/1750-3841.16029. Epub 2022 Jan 14. PMID: 35029317. https://ift.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1750-3841.16029

Posdata (10 de agosto de 2023): Las bebidas a base de té, especialmente las kombuchas, tienen un potencial de erosión dental (pérdida permanente de los minerales de la superficie del diente) incluso mayor que las bebidas de cola, según esta recién publicada investigación de Elisa Lind y colaboradores: Lind E, Mähönen H, Latonen RM, Lassila L, Pöllänen M, Loimaranta V, Laine M. Erosive potential of ice tea beverages and kombuchas. Acta Odontol Scand. 2023 Aug;81(6):491-498. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37192014/

Posdata 2 (18 de noviembre de 2023): Según la (muy recomendable) herramienta e-lactancia, «Ninguna de las propiedades terapéuticas que se le atribuyen [a la kombucha] está comprobada científicamente». Pero se añade que hay reportes «de daño hepático, acidosis metabólica, infección cutánea por antrax e incluso muerte en relación con su consumo». De ahí que esta herramienta clasifique a la kombucha como de «riesgo alto» en la lactancia. Fuente: https://www.e-lactancia.org/breastfeeding/kombucha/product/

 

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