Hace un par de semanas, como seguramente recordaréis, Carles Mesa y yo hablamos sobre el concepto «amimefuncionismo» en el espacio “Vida Sana” del programa “No es un día cualquiera” (aquí tenéis dicho espacio, por si os lo perdisteis). Pues bien, como se nos quedaron muchas dudas en el tintero, hoy hemos vuelto a abordar esta cuestión. Y para que en esta ocasión no nos quedemos a medias, hemos decidido dejar para la semana que viene la subsección «La patraña de la semana».

Hemos empezado hablando de esos típicos anuncios de nutricionistas que exponen fotos de sus pacientes “antes y después”.

Se trata de algo que no solo no es muy ético, sino que además no es legal, porque lo prohíbe el «Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria«. En él leemos que se prohíbe cualquier clase de publicidad o promociones (directas o indirectas, masivas o  individualizadas), de […] productos […], materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria Que pretendan aportar testimonios de profesionales sanitarios […]». Pero la prohibición no acaba ahí. Tampoco se permiten testimonios… de «personas famosas o conocidas por el público o de pacientes reales o supuestos, como medio de inducción al consumo». Si os interesa el tema, no os perdáis tanto el libro “El derecho de la nutrición”, como el texto  “La promoción o publicidad de efectos adelgazantes sigue estando prohibida, aunque no lo parezca”, del abogado experto en derecho alimentario Francisco José Ojuelos. Por mi parte, dediqué un breve hilo de Twitter a esta cuestión.

Y ya que hablamos de amimefuncionismo, me ha parecido imprescindible recurrir a dos reveladoras frases.

La primera es del Profesor Edzard Ernst. Ernst es un auténtico experto mundial en salud pública, con más de 1800 publicaciones científicas a sus espaldas. La frase, que compartió en su blog, en octubre de 2013, es la siguiente: “El plural de anécdota no es evidencia, sino ‘anécdotas’”. Ya la segunda es de Sir Richar Doll, el epidemiólogo más importante del siglo 20, quien afirmó que: “Los tratamientos médicos que surgen de la propia experiencia suelen tener ‘efectos variables’ e ineficaces”.

También he recurrido a la desacreditada “Dieta de la zona” (Barry Sears).

En el libro en que su autor promueve esta dieta leemos “Piensa en la historia de Mary P., cuya capacidad pulmonar era tan reducida que necesitó un doble transplante para sobrevivir. El año pasado empezó a seguir la dieta de la Zona y ganó una medalla de oro en una prueba ciclista de 20 kilómetros en los Juegos Mundiales para Transplantados”. Amimefuncionismo puro y duro.

¿Qué es entonces una prueba científica?

He empezado intentando  ilustrar qué NO es evidencia científica he recurrido al texto.”Seven alternatives to Evidence-Based Medicine”, publicado por Isaacs D y Fitzgerald D en 1990 en la revista científica BMJ (1999;319:18-25). NO es Medicina Basada en la Eminencia, Medicina Basada en la el Ímpetu, Medicina Basada en la Elegancia y la Elocuencia, Medicina Basada en la Providencia, Medicina Basada en la falta de confianza en uno mismo, Medicina Basada en el Inquietud por litigio ni Medicina Basada en la Seguridad en uno mismo.

A continuación he dado algunas pistas para detectar cuándo un estudio científico es fiable, para lo que debemos plantearnos preguntas como las que siguen, y que detallé en el libro “Comer y correr” y que, años antes, habíamos analizado Eduard Baladia y yo en el texto “Sistema de clasificación de los estudios en función de la evidencia científica. Dietética y Nutrición Aplicada Basadas en la Evidencia (DNABE): una herramienta para el dietista-nutricionista del futuro”.

  • ¿Cuántas personas participaron en el estudio? No es lo mismo si son 12 que si son 12.000.
  • ¿Cómo se seleccionó a los participantes? Debe hacerse al azar. Si no existe riesgo de que las características de los voluntarios invaliden el resultado. Por ejemplo, si en el grupo al que le doy la sustancia activa hay atletas con más preparación física que en el grupo control (placebo), el resultado puede ser inválido.
  • ¿Qué estado de salud, edad y sexo tenían dichas personas? Si son varones sanos de entre 18 y 24 años, los resultados solo podemos extrapolarlos a ese grupo.
  • ¿Es relevante el resultado? Ganar ½ gramo de masa muscular no es clínicamente relevante.
  • ¿Durante cuánto tiempo se evaluaron los efectos? Ojo a adaptaciones que enmascaran el beneficio.
  • ¿Se evaluaron los efectos secundarios a largo plazo? Debemos estar seguros de que no va a generar un daño.

También he aprovechado para comentar brevemente un sonado caso de amimefuncionismo: el de los cascos que se ponían a bebés para las deformaciones craneales al nacer y que dejaron de utilizarse a raíz del texto “Helmet therapy in infants with positional skull deformation: randomised controlled trial (BMJ. 2014;348:g2741), cuya conclusión fue esta:

“En base a que ofrecen la misma eficacia la terapia del casco y permitir que siga su curso natural la deformación del cráneo, y teniendo en cuenta la alta prevalencia de efectos secundarios, así como los altos costos derivados de la terapia con casco [~US $2000], no recomendamos el uso del casco como tratamiento estándar para los niños sanos con deformaciones del cráneo de moderadas a severas”

Casi acabo: para terminar de aclarar esta cuestión, he propuesto este caso clínico: imaginémonos que acude a nuestra consulta un paciente con diarrea. Le ponemos una “dieta” y mejora. Alguien podría pensar que ha mejorado gracias a nuestra dieta. Pero un investigador nos obligaría a formularnos estas preguntas, nada retóricas:

  • ¿De verdad tenía diarrea?
  • ¿No sería autolimitante?
  • ¿Dejó de tomar algún fármaco/complemento alimenticio?
  • ¿La mejora coincidió con algún cambio importante en su vida? (ej: divorcio)
  • ¿Y si la mejora no es atribuible a mi “dieta” sino a que ha mejorado su alimentación?
  • ¿Además de la “dieta” emití otros consejos? (tabaco, alcohol, sedentarismo, sueño?
  • ¿Y si la flora intestinal empeora con mi “tratamiento” pese a la mejoría actual de los síntomas?
  • ¿Y si su alimentación se convierte en un juego de malabares de ahora en adelante?
  • ¿De verdad ha dejado de tener diarrea?

Por último, acabé compartiendo este chiste, que me encantó cuando lo leí:

  • ¿Cómo has logrado adelgazar tanto? Yo también necesito bajar de peso.
  • Comida sana, voy al gimnasio, senderismo, masajes con cremas anticelulíticas y mucha fuerza de voluntad.
  • ¿Qué crema usas?

Y no os olvidéis de la pregunta sana de esta semana, ¡está más abajo!

¡Gracias a tod@s por estar ahí!

 

Ahí va el podcast:

 

También en mi canal de YouTube:

Debe aceptar las cookies de terceros para ver este contenido. Cambiar la configuración.

 

¡Y también en Spotify!

 

Pregunta sana de la semana pasada (12/02/2022): Dígannos 5 tipos de legumbres. Sorteábamos un ejemplar del libro «Beber sin sed» de Carlos Casabona y un servidor en Paidós.

Respuesta: Guisantes, alubias, garbanzos, habas y lentejas

Pregunta sana de esta semana (20/02/2022): envíennos una receta de legumbres con verduras. Sorteamos un ejemplar del libro «Alimentación vegetariana en la infancia» de Maria Blanquer, Maria Manera, Pepe Serrano y un servidor (Debolsillo).

Si sabéis la respuesta, escribid a [email protected]

 

Más espacios «Vida Sana»: juliobasulto.com/vida_sana

Suscripción a este blog: http://juliobasulto.com/novedad-suscripcion-a-mi-blog-a-traves-del-correo-electronico/

 

Próximos cursos o conferencias de Julio Basulto:

Cursos_y_conferencias