Anteayer, Gabrielle Williams y sus colaboradores publicaron una revisión Cochrane centrada en un tema muy debatido en el ámbito científico: el papel de los arándanos en las infecciones urinarias (Cochrane Database Syst Rev. 2023 Apr 17;4(4):CD001321). He leído con calma la revisión y como me he imaginado los posibles titulares sensacionalistas que podrían surgir de ella me he decidido a comentarla brevemente por aquí.

La investigación ha constatado que los arándanos podrían reducir el riesgo de infecciones urinarias en mujeres con infecciones urinarias recurrentes, en niños y en personas susceptibles de padecer esta patología tras una intervención (como la radioterapia en la vejiga urinaria). He puesto en cursiva la palabra «podrían», porque en la investigación leemos que su conclusión tiene una «certeza moderada», lo que significa, en palabras del equipo de investigación, lo siguiente: «Tenemos una confianza moderada en la estimación del efecto: es probable que el verdadero efecto esté cerca de la estimación del efecto, pero existe la posibilidad de que sea sustancialmente diferente».

Y también he puesto en cursiva «reducir el riesgo» para que nadie interprete que se está hablando de tratamiento, sino de prevención. Lo digo porque en ningún momento nos están sugiriendo que los arándanos curen las infecciones urinarias. No hay pruebas de tal efecto, como mostraron Oghenekome A Gbinigie y sus colaboradores en 2020 (Antibiotics (Basel). 2020 Dec 25;10(1):E12).

Sea como sea, el posible efecto preventivo se atribuye a su contenido en proantocianidinas, unas sustancias que pueden evitar que las bacterias se adhieran a las paredes de la vejiga. Pues bien, la revisión indica que existe «una incertidumbre considerable acerca de la dosis adecuada de proantocianidinas a través de los arándanos para reducir el riesgo de infecciones urinarias».

Es decir (y aquí se entenderá lo que he comentado más arriba sobre los posibles titulares) el estudio debe servir no tanto para que las personas con infecciones urinarias se hinchen a arándanos, sino para estudiar más a fondo el tema. De hecho, en la propia investigación leemos lo siguiente: «se requieren más estudios […] para determinar la dosis con la mayor eficacia y tolerabilidad y el menor riesgo de efectos adversos». Es más, se señala que «no existe una regulación formal por parte de las autoridades sanitarias de los productos de arándano». Y dicha regulación es muy necesaria si hablamos de utilizar un alimento como si fuera un medicamento.

Es importante, por último, solicitar atención médica si se padecen infecciones urinarias, y no olvidar los factores preventivos, como orinar después de la actividad sexual, minimizar el uso de duchas vaginales, limpiarse desde adelante hacia atrás, etc. Existe amplia información sobre esta patología en la página web «Infección urinaria» de los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.

En mi cuenta de Twitter tenéis un resumen de lo que he detallado en esta entrada:

 

 

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