Hay tantísimas personas a mi alrededor gastándose un dineral en pastillas de cúrcuma por sus supuestas propiedades preventivas o terapéuticas, que me he decidido a dedicarle unas pocas líneas.

Y digo «pocas líneas» porque realmente hay poco que decir. El NCCIH lo resuelve de un plumazo cuando afirma que pese a las muchísimas investigaciones que se han realizado sobre la cúrcuma «sus efectos sobre la salud siguen siendo inciertos» y «no se ha llegado a conclusiones claras sobre si estas sustancias [las presentes en la cúrcuma] tienen beneficios para la salud».

NCCIH son las siglas de National Center for Complementary and Integrative Health (Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral), un organismo del gobierno federal de los Estados Unidos, dependiente de los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de Salud), creado para promover la evaluación científica de la seguridad y utilidad de las diversas prácticas encerradas en los conceptos de medicina complementaria y alternativa.

Reconoce que se ha usado y se usa por sus hipotéticas propiedades beneficiosas para problemas de la piel, del tracto respiratorio , de las articulaciones, del sistema digestivo, para alergias, para enfermedades hepáticas, para la depresión y, en sus palabras, «muchas otras afecciones». Pero que se use no significa que sea útil. Que mucha gente haga algo durante mucho tiempo no es prueba de eficacia. En caso contrario todavía seguiríamos con las sangrías (se extraía sangre del cuerpo para «equilibrar los humores» y aliviar infinidad de enfermedades).

¿Y el cáncer? Pues vamos allá. Empecemos con la prevención (en unas líneas hablaré del tratamiento). Muchísimas personas perjuran que sus efectos antioxidantes tienen un «poder antitumoral». Así, Odile Fernández, en su nefasto libro «Mis recetas anticáncer» (más sobre esta mujer y sus peligrosas afirmaciones aquí: https://juliobasulto.com/tag/odile-fernandez), afirma que la cúrcuma es «El oro en polvo que combate el cáncer» y que «probablemente sea la sustancia más anticancerosa que existe». Nada más lejos de la realidad. Hay estudios que han mostrado que los suplementos de antioxidantes podrían aumentar el riesgo de cánceres de pulmón y de piel (Sci Rep. 2013 Nov 8;3:316) y que podrían dañar el sistema inmunitario y aumentar la probabilidad de desarrollar tumores malignos (mediante una disminución en protección inmunitaria y a través del daño directo de las células y el ADN) (Front Physiol. 2014 Jul 14;5:245) Como indiqué en el libro «Dieta y cáncer«, los antioxidantes “pueden en realidad promover el crecimiento de tumores y la metástasis”, en palabras de National Cancer Institute”.

En cuanto al tratamiento del cáncer, la última actualización (diciembre de 2022) sobre esta cuestión del National Cancer Institute (NCI) es bastante clara:

  • Actualmente, la evidencia es inadecuada para recomendar productos que contienen curcumina para el tratamiento del cáncer.
  • Actualmente la evidencia es inadecuada para recomendar productos que contienen curcumina para usarse como complementos para el tratamiento del cáncer.
  • Los datos de los ensayos de fase temprana sobre el uso de formulaciones de curcumina para mejorar los efectos relacionados con el tratamiento del cáncer […] fueron de corta duración y utilizaron diferentes dosis y formulaciones de curcumina. Por lo tanto, estos resultados deben interpretarse con cautela. Los hallazgos de estos primeros ensayos deben confirmarse en ensayos con un poder estadístico adecuado que evalúen la seguridad o la eficacia.

La Clínica Mayo, por su parte, añade a lo dicho por el NCI que «Se sabe que [la cúrcumina] interfiere con ciertos medicamentos, incluidos algunos medicamentos de quimioterapia». O sea: no solo no hay pruebas de su utilidad en el cáncer, sino que además es probable que disminuya la eficacia de los fármacos que sí han demostrado tratar el cáncer. Una bicoca.

¿Por qué es importante todo lo anterior? Porque hay mucho autodenominado experto que atribuye maravillas a la cúrcuma. Es el caso de Odile Fernández, quien en su libro «Mis recetas anticáncer» (que es un bestseller, de ahí la relevancia de desmentir sus patrañas) afirma que «La cúcuma ha demostrado tener un efecto similar a los nuevos fármacos diseñados para luchar contra el cáncer» (página 298 de la decimoquinta edición, apartado «La cúcuma, el oro en polvo que combate el cáncer»). Combatir estas mentiras es imprescindible, no vaya a ser que alguien deje el tratamiento que le salvaría la vida pensando que la cúcuma «es lo mismo». Hablé de ello en el texto «“Mis (descabelladas) recetas anticáncer”, en “El Escéptico».

No puedo dejar de compartir aquí un dato del que he sabido gracias a un tuit de Juan Carlos Amez: han sido retirados siete artículos científicos sobre la cúrcuma de un tal Bharat Aggarwal. Artículos que, a su vez, habían sido citados más de 500 veces en otras investigaciones. ¿El motivo? Porque «la integridad de los datos es cuestionable». Tenéis más información en el portal Retraction Watch.

Volviendo al NCCIH, esta entidad indica que aunque la mayoría de preparaciones a partir de cúrcuma son seguras en adultos sanos (excepto en el embarazo y la lactancia, como amplío luego), cada vez hay más productos elaborados a partir de esta especia en los que se ha aumentado la biodisponibilidad de sus sustancias químicas, lo que «podría dar lugar a un aumento de los efectos nocivos».

E insiste en que «La cúrcuma puede no ser segura para su uso durante el embarazo en cantidades mayores que las que se encuentran comúnmente en los alimentos». Y lo mismo durante la lactancia: «Se sabe poco acerca de si es seguro usar la cúrcuma en cantidades mayores que las que se encuentran comúnmente en los alimentos durante la lactancia».

Para finalizar, estoy muy de acuerdo con lo que indicó en 2017 el doctor Steven Novella: «todos los estudios clínicos [sobre la cúrcuma] han significado una pérdida de tiempo». Y también suscribo lo que ha indicado recientemente en The Conversation el doctor Duane Mellor (Responsable del Departamento de Medicina y Nutrición Basadas en la Evidencia en Escuela de Medicina de Aston, en Birmingham, Inglaterra):

«La cúrcuma es una gran especia, que le da un agradable sabor a tierra y un vibrante color amarillo natural a los alimentos. Pero no está nada claro cómo sus beneficios informados se traducen en la salud humana. Por lo tanto, disfrute de la cúrcuma como especia y color en los alimentos, pero no confíe en ella para obtener importantes beneficios para la salud o para tratar o curar enfermedades».

 

 

 

 

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