Como indiqué hace unos días en mis redes sociales, es comprensible preocuparse de conservar el reloj, el ordenador portátil, el teléfono móvil. Preocuparse de conservar el dinero, el trabajo, el hogar. Son preocupaciones racionales y totalmente justificadas, sin duda. Lo que no es tan comprensible es no preocuparse en absoluto de conservar algo que no tiene repuesto: la salud.
Es comprensible preocuparse de conservar el reloj, el ordenador portátil, el teléfono móvil. Preocuparse de conservar el dinero, el trabajo, el hogar. Lo que no es tan comprensible es no preocuparse en absoluto de conservar algo que no tiene repuesto: la salud.
— Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) October 24, 2019
El caso es que en el pasado 27 de octubre de 2019 y en el espacio «Vida Sana«, Carles Mesa y yo quisimos hablar en «No es un día cualquiera» de la relación que existe entre un botijo y la salud (hablé de ello en el libro «Secretos de la gente sana«) y entre el acrónimo S.A.L.T.A.R. y la salud (que tenéis ampliado en el libro «Más vegetales, menos animales«).
También hablamos de las bebidas azucaradas. Porque recientemente hemos sabido, gracias al abogado Francisco José Ojuelos, que se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) un Decreto Ley “de aprobación de las reglas necesarias para la autoliquidación del impuesto sobre bebidas azucaradas envasadas”. Y nada mejor que él mismo para contárnoslo. Nos envió un mensaje de voz de Whatsapp, y lo escuchamos allí mismo.
Ah, la genial canción de Martirio que sonó al principio es «Las mil calorías».
Dejo aquí el vídeo en YouTube (que no incluye las preguntas de los oyentes) y el podcast (que sí incluye dichas preguntas).
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