No todas las montañas son peligrosas (su peligrosidad dependerá, entre otros factores, de su clima, de la inclinación de sus pendientes, de si sus paredes son de roca lisa… ) y no todos los carbohidratos son peligrosos. Lo justifiqué en 2017 en el texto «Tomen pocos carbohidratos, dice Lancet. ¿Y si dijera “tomen pocos líquidos”?» y el año pasado en el libro «Come mierda«.

Pues bien, una investigación recién publicada por la doctora Rebecca K Kelly (Unidad de Epidemiología del Cáncer, Universidad de Óxford) y sus colaboradores acaba de concluir lo mismito. Tras analizar datos de 110.497 participantes del UK Biobank se ha constatado lo siguiente:

«La ingesta total de carbohidratos no se asoció con resultados de enfermedad cardiovascular».

Es decir, un mayor consumo de carbohidratos no se relaciona con más posibilidades de padecer una enfermedad cardiovascular. Pero ojito, que ahora viene lo bueno:

«La ingesta de azúcar libre se asoció positivamente con la enfermedad cardiovascular total y accidente cerebrovascular».

Es como afirmar que pasear por la montaña no es, en general, peligroso… pero que si hablamos de subir la cara sur del Annapurna la cosa cambia. Porque resulta que los azúcares libres (hablé de ellos en el texto «No es lo mismo «azúcares libres» que «azúcares añadidos»«), son carbohidratos, así como el Annapurna es una montaña. Pero no es lo mismo dar un bocado a una sandía que tragarse una lata de Coca-Cola (aunque ambos productos tienen carbohidratos), como tampoco es lo mismo subir en primavera una pequeña colina con una mínima elevación, que trepar la cara norte del K2 en medio de una tormenta eléctrica.

En el estudio, el consumo de fibra (un marcador de que los carbohidratos que consumimos provienen de alimentos de origen vegetal poco procesados) se relacionó con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Y también disminuyó el riesgo sustituir los granos refinados por sus versiones integrales, y los azúcares libres por azúcares no libres.

El equipo de investigación insiste en que consumamos menos de 5 % de las calorías a partir de azúcares libres. A lo que yo añadiría, citando a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que si es menos del 5 %, mejor.

 

Fuente: Kelly RK, Tong TYN, Watling CZ, Reynolds A, Piernas C, Schmidt JA, Papier K, Carter JL, Key TJ, Perez-Cornago A. Associations between types and sources of dietary carbohydrates and cardiovascular disease risk: a prospective cohort study of UK Biobank participants. BMC Med. 2023 Feb 14;21(1):34.

 

Posdata (13 de enero de 2024): Acabo de añadir una posdata en mi texto «No, la proteína no adelgaza ni fulmina el apetito» con un dato que tiene mucho que ver con este texto. El dato proviene de una revisión Cochrane y es el siguiente: probablemente haya poca o ninguna diferencia en la reducción de peso y en los cambios en los factores de riesgo cardiovascular cuando los participantes con sobrepeso y obesidad (con o sin diabetes tipo 2) se asignan al azar a dietas para reducir el peso bajas en carbohidratos [que suelen ser ricas en proteínas] o equilibradas en carbohidratos (Naude CE et al. Low-carbohydrate versus balanced-carbohydrate diets for reducing weight and cardiovascular risk. Cochrane Database Syst Rev. 2022 Jan 28;1(1):CD013334).

 

Aunque la carbofobia es inmune a las pruebas científicas, aquí una más (revisión Cochrane):
La dieta baja en carbohidratos no es mejor para la pérdida de peso o el riesgo cardiovascularhttps://t.co/oDPgn51ChU
Naude CE et al. Cochrane Database Syst Rev. 2022 Jan 28;1(1):CD013334

— 🏳️‍🌈Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) January 13, 2024


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