El pasado 18 de noviembre, el periodista Miguel Ángel Criado, basándose en una recién publicada investigación, redactó un texto para Materia (la sección de ciencia de El País) con un título la mar de elocuente: “Comer menos por vivir más solo sirve para animales… y en laboratorio”.  De hecho, ni siquiera en animales de laboratorio está claro que la restricción calórica sea útil para mejorar la longevidad. Así, en la investigación (de Mitchell Lee y colaboradores en Science) leemos que “hay varios ejemplos publicados en los que no se logró extender la vida útil [de los animales sometidos a restricciones calóricas]”.

Pero, aunque así fuera, ¿es extrapolable lo que le sucede a una rata privada de nutrientes (y de libertad) a lo que sucederá en un ser humano? Es justamente lo que comenté a Miguel Ángel Criado, quien tuvo la amabilidad de contar con mi opinión en su artículo. Si miramos de cerca la investigación veremos que los estudios de laboratorio pueden “introducir artefactos que limitan la traducción a los seres humanos”. Artefactos como estos tres:

  1. Las cepas de laboratorio de roedores han sido sometidas a una “fuerte selección para un crecimiento rápido y una reproducción temprana”, lo que puede invalidar la extrapolación de los resultados al mundo real.
  2. Los animales de laboratorio crecen en condiciones libres de patógenos y reciben tanto una supervisión diaria como una atención veterinaria especializada. Algo que tampoco ocurre en el mundo real.
  3. De las muchas diferencias que hay entre los ratones de laboratorio y los humanos hay tres que son notables:
    • los primeros gastan más de la mitad de la energía que consumen solo para mantener su temperatura corporal central,
    • viven expuestos a ciclos constantes de luz y oscuridad, y
    • consumen una dieta de composición fija que no se parece ni en sueños a la que seguimos los humanos.

La investigación, que revisó los supuestos beneficios en la longevidad por parte de los ayunos (como el ayuno intermitente), de las dietas cetogénicas o de las dietas con restricción de proteínas o de aminoácidos, viene a concluir que el rigor científico que hay detrás de las promesas “antienvejecimiento” es comparable al del cuento de la cenicienta. O, en sus palabras “La ausencia de resultados de ensayos clínicos cuidadosamente diseñados plantea cuestiones espinosas en torno a la seguridad, la eficacia y la integridad científica [de estas propuestas]”.

Hasta aquí ninguna sorpresa. Pero el trabajo de Mitchell Lee y su equipo añade posibles riesgos asociados a las dietas “antiaging”. Ojo al primer riesgo, bastante antiglamuroso, en mi opinión:

  1. Pérdida de la libido y disfunción sexual,
  2. Pérdida de tolerancia a la temperatura (“mala termotolerancia”).
  3. Problemas psicológicos,
  4. Fatiga crónica,
  5. Problemas de sueño,
  6. Debilidad muscular,
  7. Mayor susceptibilidad a las infecciones (menudo riesgo, en plena pandemia de coronavirus),
  8. Peor cicatrización de heridas,
  9. Aislamiento social,
  10. Efectos perjudiciales sobre la homeostasis de la glucosa,
  11. Riesgos asociados al llamado “efecto yoyó” (perder peso para volverlo a recuperar al cabo de un tiempo) tales como “hipotensión, daño renal e insuficiencia cardíaca”. Hablé de ello en el texto “Tres razones para huir del efecto yoyó”.
  12. Podría disminuir la esperanza de vida.

Este último riesgo es el colmo. Imagínate tirarte un montón de años siguiendo una dieta “antiaging” para acabar muriendo antes por su culpa. Como dijo el “Maestro Oogway” en la película Kung Fu Panda: “A veces encontramos nuestro destino en el camino que tomamos para evitarlo”.

Y ya que los investigadores proponen adoptar estrategias “no dietéticas” para mejorar la longevidad, acabo sugiriendo a quien lea estas líneas que huya de dietas con apellido y se acerque a un buen estilo de vida (S.A.L.T.A.R). Ah, y que huya también de las personas dañinas: vivir junto a alguien violento nos envejece, según la investigación que publicaron Kyle J Bourassa y sus colaboradores en diciembre de 2020 en la revista Psychology and Aging.

 


  
 
Posdata (4 de enero de 2022): el pasado 2 de enero Carles Mesa y yo hablamos sobre esta cuestión en mi espacio «Vida Sana». Aquí lo dejo, por si os interesa: https://juliobasulto.com/dietas-antienvejecimiento-vida-sana-02-01-2022/
  
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